JAVIER SÁNCHEZ. EL CAMINANTE
Javier, como
buen caminante, se echa al hombro los pinceles y derrocha camino hacia el
horizonte, quedándose con la memoria del color que encuentra en su trayecto.
Dice Galeano que la utopía está en el
horizonte. Y se pregunta para qué sirve. Para eso, sirve para caminar. Este mensaje, Javier, lo hace pintura
y nos invita a disfrutar del panorama.
Su camino es
una travesía interior, un espacio limitado y a la vez extenso, un desierto que,
a pesar de todo, se llena de vida cromática. En esa labor, interioriza el
paisaje, lo transforma en lienzo y hace de él un pachwork. Y no conforme,
intenta la misma acción con el hombre, transformándolo en una tela donde colgar
interrogantes.
Su horizonte
es concreto y abstracto a la vez, un caleidoscopio de color y línea. En sus
imágenes mezcla la lejanía con lo inmediato, haciendo al espectador partícipe
de su viaje.
El caminante
se detiene y explora, abandona lo superfluo del entorno, quita las casas, las
vacas, las antenas, los estorbos y deja solo la esencia, el color y la línea,
aquello en lo que hay que creer. Despoja a la creación de lo innecesario y se
queda con el arte en estado puro, como un Mark Rothko que sigue vagabundeando por el etéreo.
Pero el éxodo
no solo afecta a las carreteras, a los campos sin arar, a la naturaleza que se
encuentra entre el yo y el horizonte. También el hombre es conmovido. Ahora es
un cuerpo impasible, un maniquí que pregunta, una arquitectura humana que se
hace plástico y respira.
Javier nos
habla de perspectivas imposibles, vías de paso, campos de fuerza y color. Es un
peregrino -ahí coincide con José Carlos- de las dos dimensiones, que pasadas
por el tamiz de su arte los multiplica.
Es un mago que
transforma el plano en luz, la figura en filosofía.
Enrique
Galindo
JOSE CARLOS CALVO. EL ASCETA
Jose Carlos es
un eremita salvaje, un adorador de la naturaleza en estado árbol, un Diógenes del
barro y la madera, un asceta que prepara su maleta de peregrino para predicar
que la transformación es posible, que la vuelta a la naturaleza es el camino.
Su obra es una
oración al Padre Árbol y la Madre Tierra. Nos habla con el lenguaje del
universo, nos hace vibrar en el útero primigenio. Quien entre en su espacio
verá la música que destilan sus creaciones. El hombre, en sus manos, es un
instrumento musical tallado en ramas de un árbol que ha cumplido su misión.
En el altar
del creador sitúa un retablo gentil, donde cada escena es una alabanza por la
vida y la expiación por lo perdido, donde un ala es el arco de entrada al
paraíso y un tronco un monumento megalítico.
El profeta nos
narra de vida más allá, de ángeles rendidos, de cultos ancestrales, de vulvas
salvadoras, de redención a través de la transformación de la materia, de la
madera y el espíritu.
Jose Carlos Calvo |
El peregrino eleva
una oración por la naturaleza, saca su equipaje, coloca su catálogo de maderas,
pliega su identidad y huye, como ángel caído, como árbol cansado. En el altar
coloca un Tótem y pide que nos inclinemos ante él con reverencia. Nos invita a
entrar en su sancta sanctorum y a reflexionar con él, sin condición ni
creencias. La cueva es un espacio atávico donde nos convoca al ritual, donde se
conjuran los espectros de la naturaleza y la Madre-Creación se hace presente.
Al final nos damos
cuenta que nos ha mostrado su alma sin corteza, sin artificios y con pocos
colorantes, solo astillas de un corazón desmenuzado. Nos ha enseñado que un
bosque cabe en un único árbol y un árbol cabe en una rama. Y sus restos
transforman la melodía del Universo elevándonos al interior de nuestro entorno.
… y el hombre
se hizo árbol y habitó entre nosotros.
Enrique
Galindo
VIDEO EL ASCETA Y EL CAMINANTE:
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Je découvre ton blog d'artiste avec beaucoup d'intérêt et je te félicite pour toutes les œuvres présentées, ici.
ResponderEliminarAmitiés.
Roger
Je voulais ajouter que chacun explore ses propres territoires, notant au passage que les plus inconnus sont au fond de notre esprit. Quelque soit le continent, l'homme devient unique dans son parcours à l'échelle de l'univers est singulier par les traces qu'il laisse aussi infimes qu'elles soient, à ses contemporains. En cela, Javier, José, nous marchons sur la même route vers le même horizon pour rendre à l'humanité ce qu'elle nous a donné : la vie.
ResponderEliminarFraternellement.
Roger
Muchas gracias Roger por tus comentarios. Yo tambien sigo tu blog con mucho interés y disfruto con tu magnifico arte efímero. Saludos.
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